lunes, 27 de abril de 2015

El embudo cartesiano

El físico, matemático, y filósofo, René Descartes, fue un nombre distinguido en la revolución científica. En el 1637 publicó el Discurso del método (discurso, y no tratado, porque no quería instruir a nadie, sino, hablar introspectivamente). En la última parte del Discurso del método cartesiano, Descartes se mostró contrariado por qué dirían o qué harían los teólogos de su época si leyeran su manuscrito; imaginó que el infortunio de Galileo con iglesia católica se le repetiría; también pensó en dedicarse a la medicina después de publicar el discurso del método, argumentando que deseaba ser útil, y no importante. Y sin saberlo, elaboró la mayor obra que se implica en las preguntas filosóficas y científicas de todos los tiempos.

           

Aunque recomiendo que se hagan con una copia de este magnífico texto, y la estudien desde el contexto personal y profesional, resulta que es una biografía de seis partes, donde Descartes, a veces, divaga de la esencia del relato. Este post intentará ser lo más claro y conciso al exponer la segunda parte del discurso, que es a su vez la más importante;  para que cualquiera pueda entenderlo y disfrutarlo. Pueden leerlo online en formato pdf presionando la imagen de abajo.


En la segunda parte del Discurso del método, Descartes propone renunciar a las opiniones personales o populares, señala que olvidemos lo que hemos aprendido y lo que hemos obtenido de los demás, y distingamos lo verdadero de lo falso, y el bien del mal con cuatro reglas. Nunca dijo que no estudiásemos, sin embargo, sí dijo que reformásemos nuestros pensamientos,  y los ordenásemos con lógica.

No todos entienden ni usan sus cuatro reglas. Visualicemos que recogemos agua de una ciénaga, y usamos un embudo para deshacernos de las piedras y hierbajos.


Cuando los cuerpos extraños y lo superfluo se hayan quedado atrás, filtraremos la grava y los cuerpos intermedios con un segundo filtro.


En este punto, es cuestión de tiempo que los cuerpos pesados queden al fondo, y los livianos floten en la superficie, pero aún así no nos confiemos: pueden quedar imperceptibles y sutiles cuerpos que alteren nuestro elixir de la verdad.


Y por último, tendremos el contenido tan nítido como el agua del mejor manantial. Pero sólo en apariencia: al microscopio quedarán pequeñas colonias de hostiles bacterias u otros parásitos, que no dudarán infectarnos, causándonos cualquier enfermedad. Los exterminaremos.


Si han entendido este post, sabrán que su viaje a la lógica acaba de empezar, su recorrido abrirá nuevos caminos donde os aguardará la verdad, y nada más que la verdad. Cierren los ojos, y visualicen sus ideales políticos, sus prejuicios, las opiniones de sus cercanos, y las falacias de cualquier mito, y sus prematuras conjeturas sobre la sociedad; sáquenlo de la ciénaga, y uno a uno, filtre todo el contenido y sorpréndanse al ver que la información que poseía, muy probablemente haya estado contaminada desde siempre sin que ustedes lo supieran.

Deseo que este post les haya gustado leerlo, tanto como a mí me ha gustado hacerlo. Si te ha gustado este post, agrégame a mis redes sociales. Te escribió Dave Fear, y te deseo buenas tardes.


1 comentario:

  1. Muy bueno! Y muy cierta la lógica, la razón nunca falla.. hay que aprender a aplicarlo.

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