viernes, 24 de abril de 2015

Todo lo que no sabías de las selfies


Las redes sociales son el nuevo escenario donde miles de jóvenes, a veces movidos por el impulso, a veces por asistir a la llamada de atención, o puede que por el hecho de imitar al grupo, realiza alguna de las conductas más repetitivas y espontáneas que no dejan impasible al mundo.

Las selfies no son un fenómeno nuevo. Los primeros que hicieron su autorretrato datan muchos siglos atrás, y desde que aparecieron las primeras fotografías, los que sintieron admiración hacia la imagen y el arte, no dudaron en practicar la autofoto. La novedad selfie solo está en el libre acceso a las redes sociales y los sistemas integrados de telefónia.


¿Y si algo tan inofensivo como las selfies, se vuelve un deporte de riesgo? Sé que suena descabellado, pero este fenómeno dejó las calles, las escuelas, y las oficinas, para aventurarse en los lugares más peligrosos o inoportunos; hay lugares donde el “click” de tu cámara puede matarte. Estas selfies son la medalla olímpica a la temeridad; tus contactos de las redes sociales podrían admirar tu valentía si te vieran en alguna de ellas, ¡pero ojo! Si algo sale mal, recuerda que puede ser la última foto donde se te pudo ver con vida.





Una práctica masiva e inusual, siempre despertará el interés más recóndito del marketing y la publicidad; que no os quepa duda que ahora mismo se entraman concursos con selfies para la fidelización de clientes, para vender el mismo producto pero de otra marca.



Sin embargo, una respuesta rápida y asegurada de la ciudadanía tiene sus contrapuntos: si uno no es capaz de anticiparse a la reacción humana, lo que iba a ser una campaña de marketing muy elaborada, puede descontrolarse y tornarse contra uno mismo. El ejemplo de BCE (Banco Central Europeo) habla por sí solo:



El BCE incentivó un concurso selfies con un apetitosos premios, aumentando así, su prestigio y acercamiento a la sociedad. Pero nada de eso ocurrió. Los usuarios que participaron cargaron con las más mordaces selfies, con nítidas intenciones de criticar las políticas de la BCE, y con innumerables autofotos que destrozaron irreparablemente la campaña; ese fatídico momento no solo fulminó la imagen y prestigio de la BCE para muchos años, o para siempre, también demostró que las selfies pueden enviar mensajes contundentes. Algunos ejemplos:














Algo quedó claro a raíz de esa experiencia: el marketing tiene mucho que aprender de las preocupaciones de la ciudadanía, y las grandes corporaciones se lo pensarán dos veces, se pondrán realmente en la piel del consumidor, cuando catapulte una costosa campaña.

El fenómeno selfie no entiende de límites ni de fronteras. Ni tampoco de oficios predestinados al cuidado de los necesitados. La perturbada enfermera italiana Daniela Poggiali, de cuarenta y dos años, tras inyectar cloruro de potasio y matar a treinta y ocho pacientes, fue detenida y, en su teléfono, se hayaron selfies de sus víctimas justo antes de morir, y en algún caso, cuando habían fallecido. Las primeras horas de interrogatorio negó todos los hechos; más tarde alegó la escalofriante cita “me resultaban molestos”.



Cuando el mal se cuela en una selfie, es menester recordar que el bien también puede hacerlo. Existen diferentes iniciativas promovidas por las selfies que rechazan la violencia, y apoyan a los que padecen enfermedades raras, bajo la  imagen de algunos famosos cineastas, hasta gente como tú o como yo, dejando de ser de uno de nuestros hobbies, para ser realmente algo admirable y, posiblemente, útil.


Para todos aquellos que practican esta tendencia, deseo que hayan descubierto en este post, que hasta la más insignificante foto tomada desde cualquier punto de la tierra, en mano de cualquier persona corriente, puede hacer algo más que decorar las redes sociales.

Esta selfie es la que se ha ganado mi corazón.

Si te ha gustado este post, agrégame a mis redes sociales. Te escribió Dave Fear, y te deseo buenas tardes.









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