jueves, 23 de abril de 2015

Mujeres escritoras y filósofas



Pasando por los griegos, hasta los actuales filósofos, todos nos han hecho pensar sobre las grandes preguntas de la humanidad, ¿pero y las mujeres? ¿Dónde estaban? Te sorprenderá saber que ellas también filosofaban durante todas las épocas, y si no hubieran sido silenciadas por el hombre, la historia de la filosofía las etiquetaría en prestigiosos y poderos libros.

Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, y Rosseau, postularon que el hombre se regía por la razón, y la mujer por la emoción. Si Hipatia de Alejandría, que nació a en pleno siglo IV, hubiera tenido una charla informal con alguno de ellos, os aseguro que los hubiera aplastado como un matamoscas. Hipatía fue una destacada matemática, gran astrónoma, y líder de la escuela neoplatónica. Dedicó su vida a las ciencias formales, y fue alumna del astrónomo Teón. Dejó bastos escritos de álgebra  y geometría, cálculos espaciales, e inventó el densímetro.  En tiempos revueltos, entregó su vida al paganismo y a las ciencias exactas, hasta que los cristianos acabaron con ella. La ciencia y los movimientos feministas la recuerdan como una mártir ejemplar.



¿Hipatia te dejó sin habla? Agárrate a tu silla porque estamos llegando a la edad media. La alemana Hildegarda de Bingen (1098-1179), la mujer más influyente de la baja edad media que desbordada de un impresionante nivel cultural, fue la mejor escritora de literaria y científica de su época, practicaba la medicina, mediaba en política, componía música, e inventó su propio idioma. Por si fuera poco, lo compaginó con sus estudios de teología. Sus hazañas fueron tan legendarias, tan impresionantes, que la iglesia usó su imagen en innumerables ocasiones para recuperar su prestigio.



Muy de cerca tenemos a otra celebridad que no te dejará indiferente. A los treinta y siete años, Herrada de Landsberg (1130-1195) se convirtió en abadesa de Hohenburg, sin embargo, ese detalle no tiene importancia, cuando ella solita relató la enciclopedia de ciencias filosóficas, teológicas, y con su poesía creyente trató de definir las enfermedades viciosas.



Seguimos en la edad media. Pero esta vez llegó el turno de Christine de Pisan (1364-1430). ¿Qué la hace diferente de las anteriores? ¿Cómo contribuyó en la filosofía? La francesa (que nació en Venecia) Christine de Pisan fue hija de un físico que trabajaba para el rey Carlos V de Francia, y gracias a ese entorno, pudo aprender italiano, francés, y latín; era un enérgica autodidacta que dedicó su vida a la poesía y al feminismo. Christine fue la primera escritora de la historia.



Aunque existen muchas figuras femeninas de la edad media, llegó el momento de dar el salto hasta Isabel de Bohemia y del Palatinado (1618-1680). El famoso René Descartes le dedicó “Los principios de la filosofía”, y ella demostró estar a la altura de los largos debates por correspondencia sobre del cuerpo y el alma.



Un siglo después, Émilie du Châtelet (1706-1746) y su defensa a la formación femenina, estremecieron al mismísimo Voltaire. Émilie compaginó su vida personal con las matemáticas hasta el fin de sus días, comprometiéndose hasta su último aliento a traducir al francés la obra de Newton. Su último día de vida terminó de traducir la obra.


La siguiente mujer pondrá de manifiesto el ánimo de muchas lectoras. Olympe de Gouges (1748-1793) no caló muy hondo como dramaturga, pero como revolucionaria política y ejemplar escritora, pudo imaginar la abolición del matrimonio, defendió como la que más a los más desfavorecidos y a los desamparados mendigos, propuso que los desempleados se formasen y se integrasen con el resto de la sociedad, y aunque burlaron su declaración sobre de los derechos del hombre y la mujer, más adelante fue objeto de estudio.


 Olympe de Gouges
  
I - La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.
II - El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la opresión.
III - El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación que no es más que la reunión de la Mujer y el Hombre: ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad que no emane de ellos.
IV - La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que pertenece a los otros; así, el ejercicio de los derechos naturales de la mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón.
V - Las leyes de la naturaleza y de la razón prohíben todas las acciones perjudiciales para la Sociedad: todo lo que no esté prohibido por estas leyes, prudentes y divinas, no puede ser impedido y nadie puede ser obligado a hacer lo que ellas no ordenan.
VI - La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las Ciudadanas y Ciudadanos deben participar en su formación personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos; todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus ojos, deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades y sin más distinción que la de sus virtudes y sus talentos.
VII - Ninguna mujer se halla eximida de ser acusada, detenida y encarcelada en los casos determinados por la Ley. Las mujeres obedecen como los hombres a esta Ley rigurosa.
VIII - La Ley sólo debe establecer penas estrictas y evidentemente necesarias y nadie puede ser castigado más que en virtud de una Ley establecida y promulgada anteriormente al delito y legalmente aplicada a las mujeres.
IX - Sobre toda mujer que haya sido declarada culpable caerá todo el rigor de la Ley.
X - Nadie debe ser molestado por sus opiniones incluso fundamentales; si la mujer tiene el derecho de subir al cadalso, debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.
XI - La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos de la mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con relación a los hijos. Toda ciudadana puede, pues, decir libremente, soy madre de un hijo que os pertenece, sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular la verdad; con la salvedad de responder por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.
XII - La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadana implica una utilidad mayor; esta garantía debe ser instituida para ventaja de todos y no para utilidad particular de aquellas a quienes es confiada.
XIII - Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, las contribuciones de la mujer y del hombre son las mismas; ella participa en todas las prestaciones personales, en todas las tareas penosas, por lo tanto, debe participar en la distribución de los puestos, empleos, cargos, dignidades y otras actividades.
XIV - Las Ciudadanas y Ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o por medio de sus representantes, la necesidad de la contribución pública. Las Ciudadanas únicamente pueden aprobarla si se admite un reparto igual, no sólo en la fortuna sino también en la administración pública, y si determinan la cuota, la base tributaria, la recaudación y la duración del impuesto.
XV - La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres para la contribución, tiene el derecho de pedir cuentas de su administración a todo agente público.
XVI - Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no esté asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene constitución; la constitución es nula si la mayoría de los individuos que componen la Nación no ha cooperado en su redacción.
XVII - Las propiedades pertenecen a todos los sexos reunidos o separados; son, para cada uno, un derecho inviolable y sagrado; nadie puede ser privado de ella como verdadero patrimonio de la naturaleza a no ser que la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija de manera evidente y bajo la condición de una justa y previa indemnización.

Declaración de los derechos de la 
mujer en la ciudadanía

La siguiente mujer no tuvo ni la mitad de poder que  tan poderosa como Olympe de Gouges, sin embargo, Mary Wollstonecraft fue una escritora activista que en principio fue criticada y aislada como una enferma mental que, hasta que pasó un largo tiempo, sus escritos no tuvieron el merecido éxito.



La primera mujer italiana en graduarse en medicina, renovó la pedagogía en el siglo XX. Maria Montesori (1870-1952) se sirvió de sus vastísimos conocimientos científicos y filosóficos para educar a los jóvenes. La humanista también fue una reputada psicóloga que se basaba en la biología y la antropología, y aunque sus innovaciones hicieron estragos entre los más conservadores, tuvieron que callar, y aceptar que sus métodos eran tan admirables como útiles. Es la autora de nueve libros que se basan en el amor humano para conseguir fines pedagógicos en los más jóvenes. Entre sus métodos, el más reconocido es el triangulo de la educación “ambiente, amor, niño-ambiente”.



No te dejes engañar si no continúo con la lista de mujeres escritoras, científicas, y filósofas; la lista extensísima y, aunque he resumido algunas de las más destacables, sólo he puesto las más reconocidas para que tú, amiga lectora, veas lo grande que puedes llegar a ser, y que estas figuras te sirvan de impiración en algún momento de tu vida, y te anime a superarlas.



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